Tol-Haru y La Casa G, dos caras de una misma moneda
Cómo reutilizar residuos en la construcción de viviendas.
Tol-Haru: La Nave Tierra del Fin del Mundo
En febrero del 2014, Elena Roger junto a su marido el actor Mariano Torre, presentaron en Ushuaia la vivienda autosustentable más austral del mundo. Reutilizaron más de 300 neumáticos, 3.000 latas de aluminio, 5.000 mil botellas de plástico, 4.000 botellas de vidrio y 30 paneles de lavarropas que emplearon para hacer las tejas. El proyecto, que lleva el nombre de “Tol-Haru, la Nave Tierra del Fin del Mundo”, fue diseñado por la ONG Naturaleza Aplicada a la Tecnología (NAT), y cuenta con la colaboración del arquitecto Michael Reynolds, impulsor del concepto de viviendas autosostenibles.
La casa fue construida en pleno centro de la ciudad, en un predio próximo al Polideportivo Municipal, donde funcionará como una estación experimental, ya que el tipo de materiales que utiliza por el momento no están homologados como materiales para la construcción. El proyecto fue planteado como un curso en el que participaron más de 50 voluntarios provenientes de Rusia, Nueva Zelanda, Turquía, Estados Unidos, Chile, Brasil, Australia y Croacia junto a algunos locales y miembros de la comunidad Quom argentina.
Torre describe la construcción de esta vivienda, pionera en Latinoamérica, como “una semilla”. “Espero que todos los participantes vayan sentando otras semillas en sus países, en los limítrofes y en todo el mundo. Este señor desarrolló una arquitectura donde se aprovechan todos los recursos del planeta, y los usa de manera natural”, explica Torre, y ejemplifica: “Para dar calor, el sol se acumula en los neumáticos, que a su vez están cubiertos de tierra que lo absorben en las paredes y lo largan lentamente”.
Un armazón de cristales crea un efecto invernadero para mantener la temperatura. Utilizará energía solar y eólica para mantener la temperatura todo el año y reciclará sus propios residuos.
La Casa G: La Casa Sustentable en Argentina
Como desarrollador de La Casa G: La Casa Sustentable en Argentina, donde vivo con mi familia desde finales del 2013, decidí aportar mi opinión sobre la última creación de Reynolds. Desde hace varios años somos fanáticos de las construcciones bioclimáticas y seguimos el trabajo de Mike Reynolds, Gernot Minke y otros especialistas que se dedican a construir casas más amigables con el medio ambiente. Tol-Haru es un proyecto de gran importancia para generar conciencia ecológica. La construcción y operación de las vivienda consumen mas de 40% de las energías primarias que se produce en el país.
Construcciónes como Tol-Haru o La Casa G, son diseñadas utilizando las bases del diseño bioclimático, son más eficiente y amigable con el medio ambiente. Esto no es algo nuevo, si nos fijamos en cómo construían nuestros antepasado, la implantación en el terreno y la orientación de los ambientes, podremos ver que eran realizadas adoptando estrategias de climatización pasiva, aprovechando los beneficio de la luz solar y las ventilaciones cruzadas. Ya en la antigüedad, los Romanos utilizaban el principio del efecto invernadero en sus baños termales utilizando láminas de mica. Con la industrialización de las viviendas y el surgimiento de los sistemas de climatización, muchos de estos conocimientos fueron dejados de lado y se priorizo la estética antes que la eficiencia. Hoy el costo de la energía y la mayor información sobre las consecuencias de la actividad del hombre sobre en el ambiente nos obliga a repensar la manera en que construimos nuestros hogares.
Al momento de iniciar un proyecto, tanto propietarios como profesionales intervinientes deberían tener en cuenta que la construcción y el funcionamiento de una vivienda genera un compromiso social y ambiental de no menos de 100 años. Si incorporamos los fundamentos del diseño bioclimático y elegimos materiales y tecnologías constructivas con criterio sustentable, lograremos minimizar el impacto en el ambiente, ganar en confort y reducir el costo de operación de las viviendas.
La Casa G comparte el mismo objetivo que Tol-Haru; es emprendimiento sin fines de lucro, cuyo objetivo es fomentar el uso racional de los materiales, las buenas prácticas ambientales, el ahorro de energía y la promoción de la sustentabilidad. Nos propusimos demostrar que actualmente en Argentina, no sólo es posible sino que resulta conveniente construir utilizando técnicas y tecnologías sustentables.
Existe el preconcepto que las casas ecológicas se construyen con adobe y paja o son aquellas cuyo diseño futurista son más propias de una película de ciencia ficción que una casa real como la que podemos encontrar en cualquier lugar. Para romper este mito, hemos utilizado técnicas y materiales tradicionales, ejecutando la obra de manera racional e incorporando de manera complementaria algunos materiales y tecnologías más avanzadas. Así hemos logrado un confort térmico óptimo, consumiendo menos del 50% de energía de lo que requiere una casa estándar.
¿Cuál es la diferencia con Tol-Haru?
Desde La Casa G consideramos que las construcciones que utilizan residuos de manera directa son un potente llamado de atención para las empresas y los consumidores de materiales de construcción y productos de consumo masivo cuyos procesos productivos y desechos son perjudiciales para el ambiente. Sin embargo, creemos que a mediano y largo plazo, construir utilizando residuos de manera directa no soluciona el problema habitacional ni el impacto de las construcciones en el ambiente. Es un parche al problema ambiental y no una solución escalable. Construir directamente con residuos no es economía circular; las botellas, latas, neumáticos y otros residuos nunca deberían que llegar al basurero, sino volver a la cadena productiva. Emprendimientos como Tol-Haru son muy importantes para destacar la dimensión del problema de los residuos. Una vez captada la atención de la gente, el desafío pasa por mostrar como construir de una manera industrializada más sustentable. Utilizando materiales de origen renovable, como por ejemplo maderas provenientes de bosque de cultivos con certificación FSC, los producidos bajo normas ISO 14.001 de gestión ambiental y aquellos que incorporan residuos de versiones anteriores dentro de sus productos y procesos productivos.
Por ejemplo, en las mesadas y vanitorys de La Casa G hemos utilizado Silestone Eco, producido con un 75% de material reciclado (plástico, metal, vidrio, etc.) y como aglutinante un polímero a base de maíz. En pisos de planta baja hemos colocado porcelanatos de la línea ILVA Ecoland, con un 20% de materiales recuperados mientras que en el primer piso colocamos piso de madera multilaminado con certificación FSC. En las distintas capas o estratos que conforman el tablón, se utilizan materiales reconstituidos y maderas de crecimiento rápido, siendo solo la última capa de madera noble. Como aislación hidrófuga en cimientos, en lugar de utilizar el típico polietileno de 200 micrones color negro, utilizamos un polietileno recuperado, que no solo genera un beneficio para el ambiente, sino que resulta mas económico que el tradicional, pero los constructores no lo utilizan por que no lo conocen.
Otro aspecto a tener en cuenta son los materiales utilizados en la fabricación de muebles y objetos de decoración. La Casa G fue decorada con muebles, esculturas y objetos, realizados con materiales recuperados o amigables con el ambiente. Se utilizaron maderas recuperadas o con certificación FSC, telas arpillera de bolsas de café, mesas con chapas de metal recuperados o filtros de alambre de aceite de oliva, sillones fabricados con chapa de portones en desuso y una diversidad de esculturas utilizando materiales de descarte, palas viejas, etc. Las lámparas del living fueron realizadas con aros de lavarropas de descarte de una planta industrial próxima y cañería PEX sobrante de la instalación del sistema de suelo radiante.
También en Argentina tenemos ejemplos de upcycling; se fabrican tejas y chapas acanaladas con residuos de Tetrapak. Las mismas están compuestas de polietileno de baja densidad, aluminio provenientes de los envases multilaminados de leche, jugos y vinos. Tienen una vida útil muy superior a las tejas convencionales, son livianas, irrompibles, termoacusticas (aíslan del ruido y de la temperatura exterior), resistentes a la humedad y al congelamiento y están hechas empleando un 100% de materiales recuperados.
Algunos productos que incorporan materiales recuperados en sus procesos productivos resultan inclusive más económicos que los originales, pero hay otros que por el momento son más costosos. En todo producto industrializado, resulta necesario alcanzar una economía de escala. A mayor venta y producción, los costos por unidad de producto disminuyen y allí es donde el consumidor juega un papel fundamental. Cada peso que gastamos en un producto o servicio sustentable es un voto del mundo que queremos para nosotros y nuestros hijos. Es muy importante informarnos antes de comprar, tener en cuenta los conceptos de huella de carbono, huella hídrica, clasificación energética y elegir aquellos productos mas amigables con el ambiente.
Este artículo fue escrito y publicado originalmente en marzo 2014 en el Blog de Sustentator.com. Se transcribe a efectos de mantener la información pública ya que el Blog fue discontinuado.